La tenue luz de la habitación se desliza por tu sensual espalda, mujer; mientras sigo tu perfume por todas tus líneas, tus doradas líneas fascinantes ya sobre el ferviente tálamo, oyendo tu pulsar complacido una y otra vez entre la encantadora luz, que envuelve y eleva alucinante: el placer dorado, el placer de amarte. (Floral de tus encantos)
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