El río va con sus amenos helechos y sus regocijados peces. Sus aguas llevan un sueño, un halo de montaña, un manto de volcanes. ¡Allá el martín pescador señala sus ramas; y el vendaval de sus tramos, va pintando las orillas de nuevos corazones! El río sigue su curso a su girante cielo; mientras transcurren abriles de techos y puentes. Henchido canta su fauna, su floresta, y en sus cristales danzan soles y estrellas con el latir de un ayer que abrió del serpentear un nuevo verdor, una dulce primavera... el aliento de sus ojos tiernos y la sonrisa de su alba. (Estelas)
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