En el palpitar de tus ardientes gotas, temblando tus prendas; estoy yendo por tus veredas; y alcanzando las sedosas camelias en nave de terciopelo.
Vuela tu aliento, estoy en tu aliento. Mujer, mujer por tus húmedas veredas, susurras siluetas de algodones que aspiran más; y así la escala sinuosa continúa. Vuela tu aliento, estoy en tu aliento. Tus montes se han colmado de miel; y tras cada yema de tu sugestivo talle, me dice tu aliento: volver y volver. (Olas de mujer)
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