martes, 17 de octubre de 2017

Ecos de un minero

Despuntaba el mar de su carbón palpitante, como la pala de sus pupilas. El minero hacía luz, aquella tarde sombría. Contaba de sus hermanos, de sus retos infinitos; la fuerza de su juventud entre las sombras prendidas. Ya la faena sobre el mar, la extracción en su pique, a filo, a muerte; destacando con los soles de su vida. Un día de abril cerraron la fuente, cerraron totalmente la mina, el pan de sus auroras y aquellos fulgores simplemente se perdían... Se fue la dura piedra... el carbón de aquellos días... los arduos piques sin sus lunas, cimbraron tristes lejanías... En olas de otra tarde frente a los años de otro mar, he vuelto a encontrar los ecos de aquel minero y su lugar. El flamear de sus luchas, el flamear de sus pupilas, los hermanos que partieron con el carbón de sus vidas. (Ecos de Ralco)

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